Junto con el de Cien años de soledad, de García Márquez, o el de El Quijote, de Cervantes, el comienzo de Ana Karenina, de Tolstói, es uno de los más conocidos y citados. Sin embargo, y esto hay que achacárselo a los traductores y no tanto al célebre autor, el estilo de ese arranque varía en las distintas ediciones. Cada traductor trabaja con su estilo propio y no siempre resulta el más adecuado, el más estiloso. Escribir bien no es escribir raro o complejo; más bien al contrario, la sencillez y la claridad son valores al alza. Los conceptos ya son complejos en sí mismos, por lo que el vehículo hacia esos conceptos, la palabra, no debería suponer otro obstáculo para el entendimiento y el acceso más empático a esos mensajes. 

¿Cuál es el comienzo mejor redactado en términos estilísticos? Averígualo aquí.